Sesshin Primavera 2009 - Tu tranquilo

Mar de las Pampas 

Septiembre 9 al 13 – 2009

 

Primer Teisho  -  Jueves 10 de septiembre. 07:48 hs.

Dejar pasar los pensamientos. 
No te entretengas con ellos, déjalos pasar.

Deja pasar también la respiración. Cuando hay muchos pensamientos en tu cabeza, ésta tiende a caer y la respiración se hace difícil. Si la observas un poco, si acompañas la salida del aire hasta el final, sin prisa, sin esfuerzo, la inspiración llega sola. Entonces comienza a establecerse un ritmo más lento y profundo.

Al mismo tiempo, los pensamientos tienden a disminuir. Cuando los pensamientos disminuyen, la mente se despeja. Es fácil entonces recoger el mentón, estirar un poco la columna, soltar los hombros. Y si las manos están en contacto con el vientre, podemos sentir ahí, exactamente ahí, en el hara, el ritmo de la respiración.

Si estás aquí, entonces quédate aquí.

Pero si tu cuerpo está aquí y tu mente divaga, entonces estás dividido. Y la  división es abrir la puerta al sufrimiento. Regresa. Regresa porque aquí, exactamente aquí y ahora, está ocurriendo todo.

En cada respiración tuya todo el universo se manifiesta. No es una metáfora. Es un hecho. Pero si estás distraído, no puedes percibirlo.

Quédate aquí, suéltalo todo, deja pasar los pensamientos, deja pasar los siglos. La serenidad aparece y te pones en armonía con todo, con todos.

Exactamente a esta hora la tierra va tornándose silenciosa y puede escucharse, a lo lejos, el rumor del mar. En esencia, no estamos separados de nada. No estamos separados del mar ni de la tierra. Entonces podemos permitir que este silencio nocturno descienda sobre nosotros. Que el rumor del mar llegue y pase a través de nosotros. Como pasa la respiración, como pasa el aire a través de ti. Como pasan los pensamientos. No los retengas, no te entretengas con ellos, déjalos ir.

No es necesario obtener cosa alguna. No es necesario aquí ahora escaparse de nada. Aquí, en este instante, podemos quedarnos completamente quietos, silenciosos y sentados por un instante. Por la eternidad. Un solo instante.

Todo está en perfecto equilibrio. No hay un átomo de más ni un átomo de menos. Este instante es único. Tú eres único. Pero no estás separado del resto. No estás separado del universo. Aunque te quedes quieto, completamente quieto y silencioso, te mueves con todo el universo, con todos los seres. No hay nada que pueda impedirlo. Sólo que cuando estás distraído, absorbido por tu egoísmo, te pierdes. Regresa. Es simple. Puedes hacerlo ahora, en un instante.

Una y otra vez los maestros solían decir: “No demorarse”. Esto no significa ir rápido, a tontas y a locas. No demorarse significa no fijar morada en ningún sitio. Fluir con la respiración, fluir con la mente, fluir con todo el universo. Y, al mismo tiempo, en lo íntimo, permanecer quieto y silencioso.

Una respiración.


Segundo TeishoViernes 11 de septiembre.11:19 hs.

Tranquilo. Tranquilo. Suelta ahora las tensiones innecesarias, los hombros. Mantén la espalda derecha, el mentón recogido y el contacto de las manos. Tranquilo.

Cuando llegué a Francia, al templo de La Gendronnière, por primera vez, estaba con mucho entusiasmo y energía y practicaba el samu con mucha diligencia. Recuerdo que en un momento del samu un monje español se acercó y me dijo al oído: “Oye. Tú, tranquilo”.

Tú, tranquilo.

Aquí está todo lo que necesitas. No hace falta hacer ningún esfuerzo extra, nada especial. Simplemente mantener tu espalda derecha, el mentón recogido y abandonar todas las tensiones innecesarias. Dejar pasar los pensamientos. Dejar que el aire fluya por tus pulmones en cada respiración.

Si aquí ahora estás tranquilo, entonces estás en tu hogar. Nada que buscar, nada de que escapar. Simplemente estás en tu hogar.

Al maestro Kodo Sawaki solían llamarlo: “Kodo, el sin hogar”. Porque él nunca había tenido un templo o una casa propia. Siempre andaba moviéndose. Él decía: “A mí no me molesta que la gente me llame sin hogar, finalmente todos estamos aquí de paso y somos sin hogar”.

Cuando se comprende esto, uno puede encontrar el hogar en donde esté. Este metro cuadrado es tu casa. El universo entero es tu hogar. Todo lo que necesitas está aquí ahora. Debes mantener tranquilo tu espíritu y tu cuerpo. Dejar pasar.

Una de las enseñanzas importantes de los maestros es la flexibilidad. Ellos no hablaron mucho de flexibilidad, pero lo expresaron en sus vidas. Kodo Sawaki era uno de ellos, Dogen fue uno de ellos. Jamás se demoraban en ninguna parte.

No demorarse es flexibilidad.

Una Sesshin es la oportunidad para practicarla. Estás durmiendo, suena la campana y te levantas sin demora. Te lavas un poco y sales a correr. Terminas de correr y haces algunos ejercicios. Y luego te sientas y luego trabajas con todos.

Y luego zazen y luego comer y luego descansar y así. Sin demora vas pasando de un estado a otro, de un momento a otro.

Fle-xi-bi-li-dad. 
Flexibilidad es poder doblar las rodillas. 
Poder doblar las rodillas es caer. 
El común de las personas estructuradas no quiere caer. Les cuesta agacharse. 
Flexibilidad es caer. 
Caer es levantarse.

No podemos estar de pie todo el tiempo, tenemos que caer. Y si caemos, entonces podemos levantarnos. Todo aquel que puede caer, se hace grande, se hace inmenso. Crece.

La flexibilidad parece una cuestión del cuerpo, pero nace en la mente.

La mente y el cuerpo van juntos y, si nuestra mente deja pasar los pensamientos, el cuerpo no se demora. Nuestro cuerpo se mueve en el samu, en las prosternaciones, en los ejercicios. A veces hay que moverse rápido, a veces hay que moverse lento, a veces hay que quedarse quieto. A veces hay que callar, cerrar la boca y a veces hay que hablar. 
Y así, el cuerpo influye la mente, la mente influye al cuerpo.

Aunque una persona rígida tenga muchos conocimientos, siempre será inferior a alguien que, auque no tenga tantos, es flexible. Lo flexible es más fuerte que lo rígido. Lo rígido se quiebra. Un lápiz se quiebra fácilmente, una goma es flexible.

Allá, en Chile, hay una monja que estuvo viviendo un tiempo en Bukkokuji. Ella me contó que un día estaba mal, triste y malhumorada. Fue a ver al Maestro Roshi Sama y mientras se quejaba,  alegaba, protestaba y lloriqueaba. Y, de repente, Roshi Sama levantó el kyosaku y ¡UAH…! Le dio un bastonazo en el hombro. En un instante, todo su rollo se cortó. Ella levantó la cabeza... la boca abierta, sin pensamiento, sin nada. Miró a Roshi Sama que comenzó a reírse a carcajadas. Entonces, ella también rió. Después me dijo: “Fue el mejor psicólogo que conocí en mi vida. Nunca nadie fue tan eficaz”.

Fle-xi-bi-li-dad. 
Poder pasar de un instante a otro, de un momento a otro. Y, al mismo tiempo, permanecer sereno y calmo en lo íntimo.

Tú, tranquilo. Deja pasar. No retengas el aire en tus pulmones. Déjalo ir. No retengas rencores, no retengas deseos. Déjalos ir. Lo que en verdad te pertenece está aquí, es tuyo y no va a perderse. Cuando aquel monje español me dijo: “Tú, tranquilo” era porque yo estaba agregando ansiedad a la tarea. Quería hacer las cosas bien. Muchas veces uno quiere hacer las cosas bien para ganar más dinero, para que lo alaben. Pero entonces está agregando algo que entorpece la acción.

Estás aquí ahora, quédate aquí, no te demores, no interfieras, no agregues. No pienses: “Ahh…, parece que lo estoy logrando”, o “qué duro que es esto”, o… "cuándo va a sonar la campana, cuándo va a dejar de hablar este sujeto”. Déjalo ir, déjalo ir, déjalo ir…

Una respiración. ¡Se fue! ¡Ahh…!, aquí vuelve otra inspiración. ¡Se fue! Tú, tranquilo.

 

Tercer Teisho Sábado 12 de septiembre. 11:14 hs.

Cuando era un niño, a veces mi padre nos pedía que fuéramos a comprar papas a lo del Turco. Entonces mi hermano y yo íbamos a lo del Turco con la bolsa de red. Nunca supimos su nombre, porque simplemente todo el mundo lo llamaba: “el Turco”. Tenía su negocio en la esquina. Un local lleno de grandes bolsas de arpillera con papas, cebollas y carbón. Un local de techos altos, desde donde pendía una lamparita triste y de luz mortecina. Las paredes estaban siempre tiznadas de tierra y hollín. Lo único que brillaba allí era su balanza. Una balanza de hierro con dos platillos de bronce. El Turco ponía las pesas en un platillo y en el otro iba poniendo las papas. Y cuando los platillos alcanzaban su equilibrio, ahí estaba: cumplido el encargo de mi padre.

No sé si alguna vez pensaron en este tema del equilibrio. 
Toda nuestra vida está relacionada con el equilibrio. El universo entero es un equilibrio. Pero el equilibrio, por definición, no es permanente. Al contrario, es muy inestable. Por eso, a veces, las Doñas le decían al Turco: “Ojito con el dedo”. Porque el Turco solía inclinar la balanza a su favor.

Zazen es la práctica del equilibrio. Practicar zazen es practicar la vida, porque zazen es nuestra vida misma. No la vida de otros, ni siquiera la vida de Shakyamuni Buda o de los maestros. TU vida. Tu propia vida. Nadie puede reemplazarte en esto.

Equilibrio y desequilibrio están siempre ahí. La salud es un tema de equilibrio. Cuando este equilibrio se pierde: un platillo sube, el otro baja y aparece la enfermedad.

Cuando nos sentamos en zazen nos sentamos en la postura que nos fue transmitida. Estiramos la columna, recogemos el mentón, soltamos las tensiones innecesarias. No estamos súper relajados ni súper tensos, estamos en equilibrio. Las orejas en la misma línea que los hombros. Los ojos horizontales, la nariz vertical. Las manos juntas y los pulgares en contacto. Los pulgares forman una línea recta y horizontal y, entonces, están en equilibrio. Cuando estamos cansados o somnolientos, los pulgares tienden a caer y el equilibrio se pierde. Cuando hay inquietud o tensión, los pulgares forman un pico y el equilibrio se pierde. Nuestra práctica consiste en intentar, de instante en instante, mantener el equilibrio.

Observamos la respiración y ahí también encontramos equilibrio.

Observamos el fluir de la mente. Cuando hay muchos pensamientos un platillo de la balanza sube y el otro baja. Cuando intentamos poner la mente en blanco un platillo baja y el otro sube.

Entonces, como enseñó el maestro Dogen: “Pensamos desde el fondo del no pensar”. Es decir: vamos más allá del pensar o no pensar.

Equilibrio. Equilibrio entre la mente y el cuerpo. El cuerpo influyendo a la mente, la mente influyendo al cuerpo, equilibrio. Equilibrio entre ayer y mañana, entre antes y después: ¡Ahora!

Equilibrio entre allá o allí: ¡Aquí!

Aquí-ahora es este punto de equilibrio que practicamos de instante en instante.

Equilibrio entre tú y yo. Yo no soy los otros, pero si adhiero mucho en este “yo”, entonces me encierro en el huevo del egoísmo. Mi egoísmo crece y me transformo en un egocéntrico. Si me inclino mucho a lo social me pierdo, me diluyo en el grupo, en los otros. Vivo pendiente de los otros. Equilibrio es más allá de yo/los otros. Es lo que los maestros llaman “no-yo”, “no-dos”.

Esta es nuestra práctica. Y no practicamos otra cosa que nuestra propia vida.

Todo el mundo está bajo la ley del equilibrio. Pero sólo al practicar zazen podemos tomar conciencia de ello y equilibrar los platillos. Intentarlo, intentarlo, intentarlo en cada respiración, en cada instante. Intentarlo cada vez que uno se sienta.

Muchas de las personas que practican zazen, que vienen al zendo, que vienen a las Sesshines, también practican en su propia casa. Está muy bien hacerlo. Equilibran de ese modo la vida fenoménica, laboral y familiar, con el encuentro con ellos mismos. Con el encuentro con el sí mismo. No puedo estar sentado todo el tiempo en zazen, tengo que trabajar, contactarme con los otros, con mis amigos, con mis compañeros, con mis familiares, con mis padres, con mis hijos. Pero es importante volver, y eso es zazen. Reencontrar el equilibrio, intentar el equilibrio. Allí donde mires encontrarás esta polaridad. Y en esta polaridad siempre es posible intentar el equilibrio.

Hay una sola cosa real, concreta, inevitable y segura, y es el hecho de que voy a morir. La muerte es tan inevitable como la vida. Pero si me apoyo mucho en la vida y no quiero morir y no quiero saber nada de la muerte, entonces otra vez los platillos se desequilibran. Y así no puedo hacer otra cosa más que sufrir. Porque la vida y la muerte son los platillos de la balanza. Y van juntos.

Cada respiración: equilibrio entre la vida y la muerte. Cada instante de vida es un instante de muerte. La muerte y la vida están en ti aquí ahora, en mí aquí ahora, en la naturaleza entera aquí ahora. Es un hecho y no hay modo de escaparnos de ello. Y si somos conscientes de que no hay modo de escaparse, entonces lo mejor es sentarse completamente y mirar en la propia naturaleza.

Sólo aquel que puede mirar su muerte de frente puede vivir su vida con plenitud.

Si comprendo cabalmente que mi destino es morir, entonces ¿por qué temerle a la vida?, ¿por qué vivir tímidamente?

Cada instante es total, completo en sí mismo. Pero a veces la vida, a veces los fenómenos, a veces mi propia cabeza me enrollan, me arrastran, me hacen perder el equilibrio. Es natural, es humano. Pero si conozco el caminito que me conduce a zazen, puedo sentarme completamente e intentar este equilibrio. Sólo por un instante. Sólo por una respiración, ahora. Equilibrio.

 

Cuarto TeishoDomingo 13 de septiembre.07:23 hs.

Este cuerpo, que es el fruto de muchas vidas, ahora está cansado. Así y todo, aún hay algunas partes de él que se resisten, que quieren luchar, defenderse. El cuerpo está cansado y el espíritu está tranquilo. Las defensas han caído. Entonces es bueno quedar sentado. Dejar que la mañana llegue por sí sola.

Más de uno dirá: “Sí, estoy cansado, cuando llegue a mi casa voy a descansar”. ¡Cuidado con eso! En tu casa te esperan las viejas estructuras, las viejas historias. Viejas rutinas que se instalaron ahí y se han quedado por años. Es un buen momento entonces para abrir el ropero, ventilar y revisar un poco. Seguramente hay allí cosas que ya no necesitas. Si ya no las necesitas, tal vez puedas sacarlas y dárselas a quien las precise. Ese par de zapatos, aquella blusa que ya no utilizas. No es que esas prendas sean malas. Están en buen estado, pero tienen historia. Y esa historia es la que está ocupando un lugar en tu vida y no te deja mover libremente.

Así como en estos días has soltado las tensiones innecesarias y las defensas han cedido, es un buen momento para dejar caer, para soltar completamente. Para crear espacios libres, nuevos, limpios, donde pueda entrar la luz.

Todo lo que en verdad necesitas está aquí, está en ti. Está aquí, en ti, desde siempre. No es necesario que hagas nada especial. Sólo poner en acción lo que has vivenciado en estos días. Hacer de esta práctica una verdadera práctica. Así, las vivencias se transforman en acción.

Después de todo, ésa es nuestra práctica: acción. Vivir el instante, de instante en instante. El Maestro Roshi Sama siempre decía: “Just do it”, sólo hazlo.

No le des tantas vueltas en tu cabeza. Esas vueltas han hecho que las cosas se vayan quedando, formándose los callos, las durezas, las rigideces. Pensando en guardar para mañana. Pensando que eso te podía proteger. Tal vez lo hacían en un comienzo, pero también te estaban ahogando. ¡Suéltalo!

Todo lo que necesitas está aquí ahora. Confía en ti. No confíes en lo que digan los otros. No confíes en lo que lees en los libros. Sólo confía en ese ser íntimo, íntimo, íntimo que está aquí ahora. Que siempre aparece cuando dejas de luchar y resistir. Confía en ti. Y sólo hazlo.

Un acto vale más que mil palabras. Eso lo dijo el Buda. Pero no confíes en lo que dijo el Buda. Sólo hazlo. Haz lo que tienes que hacer.

Solemos decir: “Ayudar a todos los seres”. Para ayudar a todos los seres, para ir lejos, hay que comenzar cerca. Mira en tu propia naturaleza. Observa. No tienes tiempo para decir: “mañana”. Mañana es hoy, ahora. No tienes tiempo para tener dudas. La duda es perniciosa, es como un perro tratando de morder su propia cola. Gasta un montón de energía y no resuelve nada. La duda está en tu cabeza. Déjalo ir, déjalo ir. Just do it.

Incluso a pesar del cansancio, algunas partes en tu cuerpo se resisten. Y lo que haces es ponerle valor agregado a tu malestar, a tu dolor de piernas o de espalda. Suéltalo. No hay nada malo aquí ahora. Si lo sueltas, el dolor desaparece, se diluye. Cuando uno puede soltar, todo fluye natural y armoniosamente. El Maestro Deshimaru decía: “Abre tus manos y lo obtendrás todo”.

No puedes retener el aire en los pulmones, sería pernicioso. Tienes que exhalar. Suéltalo todo. Déjalo ir. Confía en ti. No necesitas nada extra. No necesitas defender absolutamente nada. No necesitas obtener algo especial para estar feliz. Simplemente soltar. Abre tus manos. Just do it.


Quinto TeishoDomingo 13 de septiembre.07:48 hs.

Cuando tú te vacías el cuenco se llena.

Cuando te vacías completamente, la vida te alimenta. Te da lo que necesitas. La vida tiene de todo y para todos. Para cada uno tiene lo que cada uno necesita. Sin error. Sólo tienes que dejar de resistir, de interferir. La vida tiene su belleza y buena parte de esa belleza está destinada a ti.

La vida tiene su belleza y la muerte tiene también su propia belleza.

Para poder vivir una vida plena, completa, es importante morir. Y esa muerte tiene su belleza porque morir es dejar partir. Morir es desprenderse de aquello que uno no necesita. Morir-dejar partir, es no-demorarse.

Si los árboles y las plantas no se desprendiesen de sus hojas, si no dejasen morir sus flores, ¿cómo podrían reverdecer?

Este instante es único. En ese instante la vida y la muerte se entrelazan. Confía en ti. Suéltalo todo. Disfruta de la belleza de este instante.

 

 

Post-Sesshin  
Miércoles 16 de septiembre. 07:18 hs.

Bajo el cielo infinito 
no hay ayer ni mañana. 
Sólo presente.

En el instante en que naciste, nació también tu respiración. El aire estaba ahí desde siempre, esperándote. Y porque estaba ahí esperándote desde siempre, fue que pudiste nacer.

Desde ese momento has venido respirando. Una semana, un mes, un año, diez, veinte, treinta años respirando. Consciente o inconscientemente. Distraído o dormido. Caminando o sentado. Contento, triste, deprimido, angustiado, muerto de risa, respirando. Pero sin esta respiración aquí ahora tu vida terminaría en un instante.

De modo que tu vida es ahora, es presente. Tu vida toda es esta única respiración que no tiene ayer ni mañana.

Y porque tu vida toda es un instante, también en un instante puede terminar. De modo que no tienes tiempo para ser perezoso, para distraerte, para ser tímido.

Este instante es toda tu vida. 
Esta sola y única respiración es toda tu vida.

De instante en instante vas renovándote. Cuida de este momento, no lo desperdicies, no lo dejes pasar en vano. No descuides el momento presente.

 

Miércoles 16 de septiembre. 19:17 hs.

Silencio. El silencio es la madre de todos los sonidos, de todas las palabras. Los cientos de miles de idiomas que hay en este mundo nacen del silencio.

Para comunicarse con los otros seres, conocer el idioma es importante. Y entonces uno habla y escucha, conversa. Y una buena conversación enriquece a todos los que participan. Pero eso es sólo una parte de nuestro ser. Para escuchar lo que el otro dice verdaderamente, es importante hacer silencio.

Porque cuando entramos en el silencio, cuando cerramos la boca y ese silencio va instalándose profundamente en lo íntimo, entonces podemos escuchar la voz de Dios, la voz de la Divinidad, la voz del Cosmos o como quieras llamarle.

Y Dios siempre tiene algo para decirte. Lo que pasa es que estás tan ocupado con tus diálogos internos, que no le dejas espacio para que su voz te llegue.

Compartir el silencio con los otros es lo más bondadoso que hay. Ir más allá de las palabras, de los conceptos y categorías.

Para practicar el silencio no es necesario estudiar nada especial, leer ningún libro ni tener ningún conocimiento previo. Cualquiera puede hacerlo.

Es importante, sin embargo, hacer algunas cosas como buscar un espacio tranquilo y sentarse. Sentarse con la espalda derecha y quedarse quieto, lo más quieto posible. Fundamentalmente aquietar las manos, uniéndolas y bajar la mirada entornando los párpados. Así, la mirada se vuelve tranquila. Y cuando todo el cuerpo se vuelve tranquilo, la respiración también se calma. Y sobre todo, se calma nuestro espíritu.

De ese modo, el silencio va llegando solo, como en este instante van llegando las sombras de la noche. Sin ruido y sin hacer nada especial. Entonces la enseñanza de todo el universo, natural y automáticamente, desciende sobre nosotros.

Hablar y comunicarse, utilizar la palabra y los medios de expresión, es importante, necesario.

Si uno tiene un problema con el auto, tiene que preguntarle al mecánico. Si uno tiene alguna cuestión jurídica o legal, tiene que ver a un abogado. Si uno tiene problemas con los dientes, tiene que ir a ver al dentista, no hay otra. Pero si uno tiene un verdadero problema, un problema íntimo, existencial, entonces hay que preguntarle al silencio.

Silencio. Quieto, quieto, quieto, silencioso. 
En esa silenciosa quietud está la respuesta a todas tus preguntas.