Sesshin Primavera 2008 - Maka Hannya Haramita Shingyo
Maka Hannya Haramita Shingyo
Sesshin
Mar de las Pampas
Septiembre 2008
Teisho I
Cuando recitamos el Sutra de la Gran Sabiduría, repetimos: GYA TEI GYA TEI – HARA GYA TEI - HARA SO GYA TEI - BO JI SO WA KA. GYA TEI GYA TEI –HARA GYA TEI - HARA SO GYA TEI - BO JI SO WA KA.
Esto significa juntos, vayamos juntos. Vayamos juntos con todos los seres, más allá del más allá. Juntos.
Juntos no significa ir en dulce montón.
No significa que somos una secta o formamos un grupo en particular.
Eso es lo que el común de la gente entiende cuando se le dice: “Juntos”. Piensan que es perder la identidad.
Algunos sienten el grupo como una forma de protección y de apoyo. Pero esas formas nacen del egoísmo. Como no puede hacerse responsables de sus propias vidas, entonces se juntan en grupos, se juntan en pareja.
GYA TEI GYA TEI - HARA SO GYA TEI... significa juntos con todos los seres.
Para entender bien esto, debemos mirar en nuestra propia naturaleza y comprender que somos únicos y que cada uno de nosotros es diferente. Que cada uno de nosotros viene de distintas circunstancias, de distinta madre.
Y eso significa hacerse responsable, porque al haber nacido en este mundo como un ser único, tienes una función que cumplir. Tu existencia tiene un sentido. Entonces, en primera instancia, estas dos cosas parecen una contradicción: “ser único” e “ir juntos".
Si ilumino un lado el otro permanece oscuro, si acentúo el individualismo caigo en el egoísmo. Si voy para el opuesto me disuelvo en el grupo, me pierdo.
Hay que ir más allá.
El maestro Dogen dice que zazen es sólo sentarse,shikantaza, sólo sentarse. Pero sólo sentarse no significa apoyar el trasero sobre el zafu y tener arriba, en la cabeza, un pedazo de queso.
Tampoco significa analizar, meditar, investigar, pensar, pensar, pensar.... chun, chun, chun... Ni uno ni lo otro. Ir más allá. Más allá del pensar no pensar.
Somos únicos pero no estamos separados. Estamos interrelacionados y entonces no hay modo de cortarnos solos. Porque aquél que quiera hacer su vida solo, su vida egoísta, sigue inevitablemente el camino del sufrimiento.
En cada mano tenemos cinco dedos y cada uno de estos dedos es completamente diferente al otro en grosor, largura... Cada uno cumple su función y sin embargo, si queremos tomar algo, deben actuar juntos y armónicamente.
La mano derecha es diferente de la mano izquierda, y sin embargo, cuando actúan juntas...
Repetidamente, durante nuestra práctica, hacemos Gasshó. Juntamos nuestras manos frente al rostro. Armonizamos la derecha y la izquierda.
De hecho, la palabra Gasshó significa juntos. Cantar o recitar juntos.
Eso es lo que significa Gasshó.
Somos distintos, somos únicos. Pero cuando vamos juntos, juntos, podemos crear grandes cosas. Creamos armonía, creamos, en verdad, una vida diferente.
El común de las personas se queja de su destino, se queja del gobierno, piensa que en otras épocas la vida fue mejor.
Esta vida, aquí y ahora, depende de ti.
En este instante puedes seguir tu camino egoísta o ir más allá y armonizarte con los otros. Ir más allá de nuestras diferencias y armonizarnos con los otros.
Eso significa que comprendo mi egoísmo. Que aquello que te hago o que no te hago, me lo hago o dejo de hacérmelo a mí. Que este espacio que nos separa es también lo que nos une.
GYA TEI GYA TEI - HARA SO GYA TEI... Juntos, juntos, juntos.
Si podemos comprender, entonces la vida puede ser completamente distinta. La misma vida de siempre pero con ojos nuevos, con una visión diferente. Con una actitud diferente frente a las cosas, frente a los otros y frente a nosotros mismos.
Sentarse en zazen. Espalda derecha, los hombros sueltos, bien recogido el mentón ... y dejar que la sabiduría transmitida por los grandes maestros penetre en nosotros, se haga carne en nosotros.
Cada uno debe respirar con su propia nariz. Cada uno canta, cada uno recita con su propia boca, con sus propios pulmones. Pero al hacerlo todos juntos, la vida se hace más fácil.
Practicar una Sesshin no es muy distinto a nuestra vida de todos los días: Comer, dormir, trabajar... y por eso mismo, en cada momento de la Sesshin se refleja nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, al estar atentos, podemos armonizarnos e ir juntos. Armonizarnos en pequeñas cosas, ver cómo dejo mis zapatos, cómo queda el baño cuando me retiro... de ese modo la vida se hace más fácil, más llevadera y armoniosa.
En alguna ocasión le preguntaban al Dalai Lama cuál era la función última de la práctica budista. Él respondió: “Ser felices, aquí y ahora”.
Es ahora que podemos ser felices, comprendiendo que somos únicos y que, al mismo tiempo, no estamos separados. Si lo entendemos íntima, profundamente, no hay otra opción que ir juntos.
También, este ir juntos significa que el cuerpo y la mente han de ir juntos. “Juntos cuerpo y mente”.
El sufrimiento surge cuando pienso una cosa y hago otra. Entonces hay choque, contradicción y sufrimiento.
Armonizar cuerpo y mente. Armonizarme con los otros, armonizarme con el paisaje y todo lo que nos rodea.
Cualquier cosa que llevamos a nuestra boca como alimento, se transforma en minerales. Eso significa que estamos en íntima relación con las rocas, con las montañas.
También significa que estamos en íntima relación con los ríos, con los lagos, con la lluvia. Nuestro cuerpo está lleno de agua.
Como las plantas, como los árboles... necesitamos del sol y del aire. No estamos separados de la naturaleza.
Como los animales, tenemos necesidades, instintos... necesidad de movernos, de procrear.
En cada uno de nosotros habita todo el Universo. Por esa razón, cada uno de nosotros expresa todo el Universo.
Del mismo modo, cada uno expresa, en este instante, su completo sí-mismo.
HARA SO GYA TEI - BO JI SO WA KA . Más allá, más allá del más allá. Más allá de los opuestos, más allá de las categorías.
Esa es la enseñanza transmitida por el maestro Dogen y por los maestros de la Transmisión.
Cuerpo quieto, corazón silencioso.
Todos los átomos girando, girando, girando, girando
Aquí ahora, sin fricción.
GYA TEI GYA TEI – HARA GYA TEI - HARA SO GYA TEI - BO JI SO WA KA. GYA TEI GYA TEI –HARA GYA TEI - HARA SO GYA TEI - BO JI SO WA KA.
Teisho II
El poeta Khalil Gibran, cuando habla al hombre y la mujer que van a casarse, les dice: “ Creced juntos, pero no demasiado juntos. Porque ni el roble crece a la sombra del ciprés ni el ciprés crece a la sombra del roble”.
El común de las personas no comprende esto. Cuando encuentran alguien que les agrada: “¡Ah, eres maravilloso! ¡Quiero estar contigo!” ...y al poco rato: “¡No te soporto, me voy!”.
Así van los hombres necios, rodando y rodando.
Como no se conocen a sí mismos, se asocian con los otros, forman grupos, clubes sociales, partidos políticos, cooperativas, religiones.
Y entonces, en esa división, naturalmente comienza la lucha contra las otras religiones, contra los otros partidos políticos, con los otros grupos...
Pero el Buda dijo: Id juntos, juntos con todos los seres.
¿Quiénes son todos los seres? Para comprender esto hay que mirar en la propia naturaleza, hacerse íntimo.
Y esta es la oportunidad que nos da zazen.
Al sentarnos en zazen podemos quedarnos completamente quietos, silenciosos y mirar en la intimidad de la propia naturaleza.
Observando, surge la evidencia de que no estoy separado del universo, de todos los seres.
Todos tenemos treinta y tres vértebras, dos brazos, dos piernas, dos ojos, una nariz, una boca. Y al mismo tiempo cada uno es diferente.
Todos nos sentamos en zazen del mismo modo y sin embargo, cada uno ha de hacerlo por sí mismo.
En el instante de sentarnos y abandonar, en el instante de seguir las enseñanzas de los maestros, devenimos inmediatamente uno con todos los seres.
Seguimos el ritmo de la respiración.
Este aire que va y viene es el mismo aire que cubre toda la tierra, sin embargo, cada uno ha de actualizarlo por sí mismo.
Surgen entonces los pensamientos. Y la práctica nos enseña que debemos dejarlos pasar, porque estos pensamientos nacen de nuestro egoísmo. Es natural, no hay que pelearse con ellos, no hay que asustarse ni molestarse, simplemente hay que dejarlos pasar porque cambian y se mueven constantemente.
Si observas el fluir del pensamiento, si observas cada uno de ellos cuando aparecen en tu mente, en el mismo instante de ser consciente de él, se desvanece.
Cuando practicas de este modo, la mente se despeja. Cuando la mente se despeja, natural y automáticamente devienes uno con todos los seres.
No hay modo de explicarlo, pero si practicas de esta manera podrás experimentarlo por ti mismo y con todo tu ser.
Cuando transmitimos esta práctica, mostramos la postura, la forma correcta de respirar, de pensar, más allá de pensar o no pensar.
Y esta es la piedra fundamental, la joya preciosa que nos legó el Buda. La maravillosa postura de zazen.
El Buda no “inventó” esta postura, él la descubrió, la “vio”. Descubrió algo que es inherente al ser humano. Los antiguos indígenas de América se sentaban así. Todos nosotros nos sentábamos de este modo cuando éramos bebés y nuestra columna comenzó a fortalecerse.
Pero zazen no se limita sólo al momento de zazen.
Al reunirnos, nos sentamos en silencio, juntos. Este practicar juntos es un punto importante. Porque posibilita que podamos abandonar más fácilmente nuestro egoísmo. Que no es necesariamente malo, pero es fuente de sufrimiento.
Cuando vestimos el kimono negro nos armonizamos con los otros, nos volvemos unidad. Entonces, después, recitamos los Sutras. No es tan importante el significado de los Sutras como el hecho de recitarlos juntos.
El maestro Shunryu Suzuki decía que antes que cantarlo con la boca había que cantarlo con las orejas, con el oído. Es una forma de ir juntos.
Es semejante a hacer gasshò. Gasshó también es un gesto universal.
Armoniza no sólo mi parte derecha con mi parte izquierda sino que actualizo mi unidad con todos.
Hay muchas cosas involucradas en este gesto y en otros que realizamos cotidianamente. Hacer las prosternaciones, por ejemplo, es un buen ejercicio físico. Pero es mucho más que eso, es abandonarnos completamente.
Abandonar cuerpo y espíritu y simplemente ir. Dejarnos ir.
Y cuando estoy en el suelo no me demoro y vuelvo a ponerme de pie y vuelvo a caer y vuelvo a ponerme de pie y vuelvo a caer y vuelvo a ponerme de pie.
Y lo hacemos juntos.
Esto, de ningún modo, significa perder la personalidad, lavarse el cerebro, todo lo contrario.
Nuestra mente se va despojando de pensamiento inútiles, de resaca, de categorías, de rigideces.
La mente se aclara: nada que ocultar, nada que buscar, nada de lo que escapar.
Es por eso que en la Sesshin, aunque uno esté un poco cansado - sobre todo los debutantes con sus dolores en el cuerpo- hay un estado de gozo y felicidad.
El maestro Dogen decía: “ Zazen es la entrada de la tranquilidad y del gozo”.
Es lo que los maestros llamaron: “ Morar en la calma”. Uno está activo, completamente activo, despierto y al mismo tiempo tranquilo. Fluyendo. Fluyendo, aceptando las cosas como se presentan, sin roces ni luchas.
Obviamente, cada tanto, el ego aparece y tiene alguna protesta. Hay que escucharlo, pero también hay que dejarlo ir.
Dejar ir los pensamientos. Porque de momento está nublado, de momento sale el sol y todo va cambiando. Así es el ego. Cambia, cambia, cambia constantemente.
Cuando seguimos estos cambios de nuestro egoísmo, sólo podemos lastimarnos, chocarnos con los otros. Es mejor dejar pasar todo eso y hacer Sampai. Dejar pasar todo eso y sentarse en zazen.
Juntos con todos los seres, ésa es nuestra práctica.
En el momento en que miramos en nuestra propia naturaleza, en que devenimos íntimos de nosotros mismos, esa conexión con todo el universo aparece natural y automáticamente.
El sufrimiento existe en el mundo, porque los seres humanos no dan ese medio giro que mira hacia el interior. Viven comparándose con los otros. Y así, sus vidas son errabundas, tristes.
Aquí – ahora podemos comprender. Abandonar toda tensión innecesaria. Y utilizando nuestra propia nariz, dejar que el aire de todo el universo fluya a través nuestro.
De este modo nuestra vida adquiere un sentido.
Una respiración.
Un instante de lucidez no tiene principio ni fin.
Teisho III
¿Cuál es el sentido de la ceremonia? ¿De recitar tanto los Sutras? ¿Qué finalidad tiene?
Ninguna finalidad. Y sin embargo nos reunimos y recitamos juntos.
Está claro que la práctica de zazen es una cuestión personal. No podemos enviar a nuestro hermano a que se siente en nuestro lugar. Tenemos que hacerlo por nosotros mismos.
Al mismo tiempo, practicamos juntos con los otros.
La práctica de zazen sin la ceremonia y la recitación, sería como una buena clase de gimnasia o de yoga. Pero al girar, al juntar las manos en gasshò, al recitar los Sutras nos armonizamos unos con los otros.
Nos ligamos. Nos religamos, y así surge en nosotros el espíritu religioso. Sin ese espíritu, la fuerza de zazen se perdería, quedaría diluida.
Antes de salir del zendo y ponernos a hablar del tiempo o de cualquier otra cosa que nos guste o nos disguste, es preferible entonar el Sutra.
El Sutra no tiene nada que ver con una canción de moda o con nuestra melodía preferida, es mucho más allá. Incluso algunas personas preguntan también por qué no lo recitamos en castellano.
Al hacerlo en la lengua original, estamos transmitiendo una vibración. Es semejante a las canciones de cuna que cantaba la mamá o la abuela. No entendíamos la letra, pero nos hacía sentir bien, descansar, relajarnos, dormir.
Cuando recitamos los Sutras: Kan Ji Sai Bo Satsu Gyo Jin Hannya Haramita... es el ritmo de nuestro corazón el que está ahí. Es el latido profundo del corazón, de todo nuestro ser, el que está ahí. Y ese ritmo se armoniza con el corazón de los otros, es un solo latido: Pum, Pum, Pum, Pum ... El espíritu va entrando también en ese latido: Pum, Pum, Pum, Pum... Es el ritmo de toda la tierra, de los mares, las montañas, los ríos.
Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum... Entonces, así es fácil abandonar nuestras tristezas, nuestras torpes ilusiones y devenir uno con todos los seres.
Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum, Pum...
Obviamente, los Sutras tienen un significado. Son las enseñanzas legadas por el Buda y recopiladas por sus discípulos. Y uno puede leer, estudiar y meditar sobre esas enseñanzas. Son muy profundas. Pero, antes que nada, el sentido es permitir que ese latido entre en nosotros.
Porque ese latido es el latido de toda la tierra. Armoniza en nosotros cuerpo y mente y –a su vez- nos armoniza con todos los seres, con toda la naturaleza.