Sesshin Abril 2011 - Una red vacía
Sesshin Abril 2011
Santo Domingo
Chile
Teisho 1
Vino sin ser invitada y se irá cuando se le antoje. No la puedes detener, no la puedes aumentar, no la puedes disminuir: es la lluvia.
Ocurre lo mismo con casi todo. Hay tiempos fríos y tiempos cálidos, tiempos de reír y tiempos de llorar; tiempos de trabajar y tiempos de entretenerse, tiempos de descansar.
Cada momento es distinto y nuevo.
Nuestra práctica consiste en armonizarse con esos tiempos y esas circunstancias.
Cada instante es una oportunidad para practicar la Vía. Armonizarse. Armonizarse con las circunstancias, aceptar las cosas tal cual son, no demorarse un solo instante, no interferir, dejar pasar los pensamientos. Ahora recoger bien el mentón, estirar la espalda, relajar los hombros, bajar la mirada, soltar la respiración y simplemente quedarse aquí, mientras la lluvia cae por sí misma.
Mondo
No tengo nada para decir. Personalmente me encuentro muy bien, disfrutando esta mañana en compañía de ustedes y con este hermoso clima. Pero si alguno tiene una pregunta, viene aquí y la formula, voy a intentar responderla.
Pregunta-1: Maestro, una consulta a raíz de las palabras que escribió ahí, en la pared. Cuando uno está meditando en la respiración y concentrándose talvez en el movimiento del estómago, a veces se concentra uno en el silencio. Qué debe escogerse, ¿el silencio o la concentración en el movimiento del estómago?
Respuesta: Siempre que uno piensa, aparecen los opuestos: esto o lo otro. Lo más concreto que tenemos es el cuerpo, lo más inmediato y presente es la respiración. Entonces es preferible concentrarse en la respiración. Al concentrarte en la respiración inmediatamente entras en el silencio. Al concentrarte en la respiración inmediatamente retornas al aquí y ahora. Lo aconsejable es eso.
Hay tres pilares en nuestra práctica: La postura, la condición de dejar pasar los pensamientos y la respiración.
Y la respiración es lo que – de alguna manera- une y engloba cuerpo y mente.
P-2: En estos días que he estado haciendo zazen, empiezo a entrar en una dinámica en que hay, como siempre, una conversación interna muy tenue por diferentes temas. No solamente un tema en particular. Mi duda está en que si eso es natural que ocurra. ¿En algún momento eso desaparece, o yo no estoy haciéndolo bien?
R: El computador está lleno de archivos, carpetitas, folders, folders, folders… A veces uno dice: “Voy a borrar éste”, pero nunca desaparece totalmente del computador, siempre va a parar a algún rincón y cada tanto vuelven a reaparecer.
Nos pasa lo mismo cuando estamos quietos. Empiezan a aparecer pensamientos, ideas, imágenes... A veces muy viejas, que uno creyó que había borrado o que habían desaparecido. Eso es normal que ocurra. En la medida en que uno se sienta y va entrando en el silencio, la atención aparece. Y estando atentos descubrimos esos pensamientos que en el estado cotidiano de actividad pasan desapercibidos. Hay que observarlos y dejarlos pasar, nada más.
Hay veces que algunos pensamientos puntuales -cosas viejas y no tan viejas, pero en todo caso no resueltas- vuelven una vez y otra vez a reaparecer. Eso es un llamado de atención, para que -fuera de zazen- nos sentemos frente a esa pregunta, ese tema. Porque es algo que ha quedado en nuestra conciencia y ahora se está manifestando. Quiere manifestarse, está esperando una resolución, cerrarlo.
Al sentarnos en zazen es normal que los pensamientos aparezcan. Es importante no juzgar ni quedarse enganchado con ellos. Ni entretenerse ni obsesionarse. La práctica es dejarlos pasar... observar y dejar pasar, observar y dejar pasar.
P-3: ¿Cómo puede uno trabajar el desapego en el diario vivir?
R: Sentándose en zazen todos los días uno descubre el apego. Porque los deseos aparecen, las cosas no son ni buenas ni malas, pero uno se queda pegado a esto. No se puede “trabajar” el desapego, no hay un “a priori”. Cuando uno se da cuenta que hay un apego por retener a una persona o está pegado a algún objeto que le cuesta soltar… Cuando uno se da cuenta de eso, inmediatamente lo suelta.
Cuando no se suelta tan fácilmente, hay que observar. Zazen es ideal para eso. Porque uno viene, se sienta en zazen y se sienta en medio de sus circunstancias. Solamente se concentra en la postura, en la respiración, y cuando se levanta de zazen, algo ha cambiado: uno está atento, más silencioso.
Y cuando uno está atento y silencioso, no se queda tan pegado a las cosas, a las personas. Uno se da cuenta cuando, de repente, está diciendo algo y ese algo está cargado de una intención. Y al estar cargado está produciendo apego. Esa es la manera -a través de la práctica- porque la práctica despierta la atención, y la atención se prolonga durante el día.
A medida que uno va haciendo de la práctica el centro de su vida, y practica todos los días, esa atención se extiende naturalmente a lo cotidiano. Es como una piedra puesta al sol del mediodía en el verano. La piedra se calienta, si uno la pone a la sombra, ese calor se mantiene todavía un tiempo.
Luego de zazen, cuando uno sale, esa claridad, ese estado de tensión justa se prolonga todavía. Como después se empieza a perder, ahí hay que sentarse nuevamente en zazen. Y así.
Cuando uno comienza la práctica de zazen, está nuestra vida cotidiana por un lado y por el otro está la práctica. Pero la práctica de zazen es una práctica. Y esa práctica va fusionándose con nuestra cotidianidad. Llega un momento en que entre práctica y actividad cotidiana no hay diferencia: practicar es practicar tanto sentándose en zazen, como sentándose a comer, preparando los alimentos o tomando el metro para ir a trabajar. La práctica continúa.
Obviamente, los apegos vuelven a aparecer, siempre lo hacen, pero si uno está atento, no se queda pegado.
P-4: Cuando logro por algunos momentos dejar mi físico en quietud y en buena posición, de pronto logro que mi mental se calme un poco y puedo contemplar brevemente como pasan aquellos sentimientos. Mientras medito, mi emocional manifiesta sentimientos. Esos sentimientos, ¿debo dejarlos pasar como los pensamientos, o debo vivenciarlos para que no afecten la atención?
R: Cuando se dice: dejar pasar los pensamientos, eso incluye también sentimientos e imágenes. Cuando se dice: dejarlos pasar, no significa vete, vete, sino observar, estar con eso.
Sentimientos, imágenes, hay que observarlos. Incluso a veces el cuerpo, invadido por esos sentimientos, puede empezar a temblar o a transpirar. Cuando ayer explicamos la función del kyosakuman y la posición de la cabeza... la cabeza es la gran indicadora de lo que está pasando en nuestro interior. Corrigiendo afuera, se corrige adentro; porque cuando la cabeza está caída hacia delante, está indicando que esa persona tiene muchos pensamientos.
Cuando la cabeza está echada hacia atrás, como mirando el cielo, indica que hay muchas ilusiones, muchas corazonadas: “Ay, qué lindo, qué bueno”. Al corregir, al encontrar un equilibrio físico, inmediatamente también se corrige lo emocional y lo intelectual.
Ustedes conocen la estatua del pensador de Rodin, está todo enredado en su postura y como envuelto en una nube de pensamientos. Cuando corregimos la postura eso desaparece inmediatamente. Como cuando apagamos la PC, ¡Clic! toda imagen desaparece. Pero la tendencia vuelve, vuelve y vuelve una y otra vez.
Hay que mantenerse firme, con determinación pero con afecto. Retornar el momento presente. Como una madre cariñosa, que es cariñosa pero también firme. Ella deja que el niño juegue, pero… cuidado, no te vayas muy lejos, no te pierdas, no te pierdas en los sentimientos, en los pensamientos. ¡No te pierdas!
Esa es la práctica, una vez, y otra vez. Tú dijiste: “Por un breve momento estoy así”... por un breve momento. Los momentos: Uno divide el tiempo en ayer, hoy día, mañana. Y un relámpago puede ser breve, pero un relámpago es también toda tu vida. Nuestra vida es sólo un momento.
Entonces, está ese momento en que tú haces “clic” y ahí está, conectas con lo que es. Luego empiezan otra vez las viejas tendencias, pero vuelves y vuelves… Esa es la práctica.
P-5: Al cantar los sutras, cuando hacemos sampai, ¿ante qué nos estamos arrodillando?
R: Muy buena pregunta. A mi me costó años entender eso, y cada vez que hacía sampai y cantaba los sutras puteaba.
Te inclinas ante el Universo entero, ante ti misma, ante todos los seres. Simplemente entregamos nuestro cuerpo a la tierra, al Universo, a Dios o como le quieras llamar.
Pero como no podemos estar ahí todo el tiempo, inmediatamente nos incorporamos otra vez.
En realidad inclinarse, achicarse, es crecer. Si uno puede entregarse así, a la tierra, crece con mucha fuerza. Al inclinarnos hacia la tierra, tomamos mucha energía de ella. No nos inclinamos ante un Buda de madera, un dios de cartulina o de barbas blancas, nos inclinamos ante todo el Universo, ante todos los seres. Simplemente nos inclinamos. Al mismo tiempo es una buena gimnasia… Si todas las mañanas uno hace 3 prosternaciones y recita los sutras, se vuelve fuerte.
P-6: Después de una semana difícil, en el tráfago, llego aquí y me detengo, y al detenerme, tengo que estar combatiendo con el sueño. Aparece aquí durante zazen. Entonces, ¿cómo combato el sueño?
R: Yo diría que no hay que combatir nada, hay que entender. Si el sueño aparece en este momento es una compensación porque en la semana pasada no pudiste casi dormir. Por lo tanto es normal que ahora tengas sueño.
Y bueno, si te duermes en zazen, viene el kyosakuman y ¡Paffff! te despierta... Es normal que ahora tengas sueño.
Es importante entender. Aprovechar estos momentos para mirar en la propia naturaleza. Entender por propia cuenta es muy importante.
Se trata de nuestra vida. No tenemos otra cosa más que esto. Observando la propia naturaleza es posible ver, y luego corregir ciertos errores que tendemos a repetir.
Si uno se queda viendo la televisión hasta 2 minutos antes de irse a acostar, si ve el informativo, por ejemplo: ¡Puff!... la cama se llena de gente, de accidentes, de violencia y ese tipo de cosas.
Es imposible dormir ahí, casi no hay lugar.
P-7: Cuando empecé a practicar zazen, sabía que me iba a hacer bien. Cuando me levanto en las mañanas, sé que me va a permitir tener un mejor día laboral. Cuando lo hago en la noche voy a poder dormir mejor. Incluso porque después del zazen voy a tomar desayuno con mis amigos. Pero todos los Maestros dicen que no hay nada que alcanzar. Me gustaría que pudiera explicarnos eso.
R: Claro. Porque ahora estás pensando que si practicas todos los días, entonces todos los días vas a estar bien. Y entonces… no estás practicando todos los días. No me entiendes… es un koan. (risas)
Cuando tienes un motivo, ese motivo a veces funciona, y a veces no funciona. A veces dices: “Tengo pereza”.
Es importante entender. Desde el punto de vista objetivo y racional, la práctica de zazen trae muchos beneficios para el cuerpo y la mente. Nuestra salud mejora y nos relacionamos mejor con los otros.
Eso es inobjetable. En los años 60 se hicieron una serie de experimentos. El Maestro Kodo Sawaki, con médicos y científicos y utilizando electrocardiogramas, electroencefalogramas y otros sofisticados aparatos técnicos, vieron los beneficios sicofísicos de zazen.
Pero la vida no es solamente comprensión racional, la vida es cuerpo, es energía, es acción. Pero la acción, cuando tiene un motivo, se debilita, se traiciona a sí misma. Es decir: la acción justa, es acción que no tiene motivo, que es directa.
Para venir a la Sesshin debiste organizar tu vida, dejar las cosas más o menos acomodadas en la familia, en el trabajo, y una vez que llegas acá te entregas al Dharma. Tú no puedes decir “Quiero comer a las 3 de la mañana”. No. Todos juntos. Sentarse: todos juntos; trabajar: todos juntos.
Entonces tú sigues algo que está más allá del: “Me gusta-no me gusta”, del beneficio-no beneficio. Generalmente hacemos el aseo de los baños para que queden limpios, el aseo de los platos lo más rápido posible para poder ir a ver la tele o encontrarse con un amigo…
Si podemos dejar todo eso, simplemente aseamos el baño, simplemente lavamos los cuencos, los cacharros, simplemente hacemos eso. Y creo que, en la medida que comprendemos, la idea y la voluntad llegan hasta el momento de sentarse.
En el momento de sentarse, hay que abandonarlo todo.
En el momento de llegar a la Sesshin tienes que abandonarlo todo.
Aprovecho para pasar un aviso. Es contra el uso de los celulares, porque es una lástima que desperdiguen así su energía. Yo sé que algunos van por ahí… se les escucha…
Si vienen aquí, vean si es realmente necesario utilizarlo. Es mejor desconectarlo.
En la medida que desconectas tu celular, zazen se vuelve efectivo porque no hay interferencias ni interrupciones y, por lo tanto, es sin ningún motivo.
Así, los motivos de zazen son los mismos que tiene el pájaro para cantar, la lluvia para caer…uno mismo para vivir.
No hay motivo. La mente le puede dar mil explicaciones, pero en realidad, no hay motivo.
Pero si iluminamos un lado el otro queda oscuro. De modo que si decimos que no hay ningún motivo, ninguna búsqueda de provecho, entonces me quedo aquí como un muerto, que me crezca la hierba, que me crezca la barba... y no hago nada.
En el otro extremo puedes decir: No, hay que ser pragmático, hay que ganar dinero.
Hay que ver las dos partes. Y tener la flexibilidad de pasar de un polo al otro. Estar en el trabajo, pensar, organizar, estar con la familia y, también... ¡Vivir!
Hay que fluir. Esa es la Práctica: fluir.
Flexibilidad.
Teisho 2
“Del aire al aire, como una red vacía”.
Estos versos, que seguramente ustedes conocen bien, son parte de un poema más extenso. Pero estas líneas -del aire al aire, como una red vacía- son la viva imagen de nuestra existencia.
Del aire al aire…
En el comienzo, nada. En el final, nada. Del nacimiento a la muerte, una red vacía. El sufrimiento consiste en no aceptar que no hay nada que podamos retener.
El común de las personas se considera sólida, creyendo que van a vivir para siempre. Y entonces, corriendo detrás de los fenómenos, el temor y el deseo aparecen y no pueden hacer otra cosa más que sufrir.
El Maestro Sawaki decía: “Miren a los hombres: son grandes bolsas de piel maloliente que desean poseer”.
Buscamos seguridad, pero aunque logremos retener algo por un momento, aunque podamos hacer algunos ahorros, nunca estamos tranquilos, nunca satisfechos.
La mente temerosa, la mente ambiciosa, se dice a sí misma: “Si tuviera un poco más, entonces estaría bien, podría estar tranquilo, feliz”. Pero eso es un hueco que no se llena nunca. Porque en rigor de verdad somos semejantes a una red vacía.
Pero si podemos comprender, visualizarnos como una red vacía, entonces tendremos todo lo que necesitamos. Todo lo que necesitemos estará a nuestro alcance ahora. Porque una red vacía en algún momento se llena.
El Maestro Dogen decía: “Cada ser en este mundo tiene asignado la cuota de alimento que necesita para sobrevivir”. No es necesario correr detrás de los fenómenos. En la medida en que corremos detrás de los fenómenos, detrás de las cosas, buscando seguridad, sólo incrementamos nuestra angustia.
Pero insistimos: “Y en el final, ¿hay vida después de la muerte?”. Si alguien -algún gurú- pudiese decirte: “Sí, hay vida, hay cielo, hay infierno, hay tierra pura”. Si uno verdaderamente creyera eso, entonces diría: “Ah, bueno, menos mal”.
Pero no estamos seguros. Porque en rigor de verdad, no hay nada. O en todo caso una red vacía.
Si podemos ir a través de esta imagen -que es lo más parecido a nuestra existencia- si podremos penetrar esta verdad, entonces podemos disfrutar con lo que tenemos. Todo aquello que necesitemos vendrá a nosotros.
Podemos contener y dejar partir. Alimentos, personas, situaciones. Recibir… y dejar partir.
En la medida que intentamos retener nuestro miedo crece. Nos vamos rigidizando, volviendo hoscos, se nos agrieta la cara y el estómago.
Del aire al aire, como una red vacía.
Al mismo tiempo, una red está conformada por cientos y cientos de hilos que se entrecruzan y se anudan, se entrecruzan y se anudan.
Uno de esos pequeños nudos eres tú. No estás separado de todo el Universo, no estás separado del resto. Estás íntimamente religado con todos los seres, con todo el Universo. Pero si te olvidas, si pierdes el rumbo siguiendo tu mente ambiciosa, tu mente temerosa, ese nudo se desata y tu vida se pierde.
Te pierdes en la marea de los fenómenos, y al final, nada.
Ese pequeño puntito en el Universo eres tú. Y todo el Universo existe porque tú existes. En tu existencia aquí-ahora cabe todo el Universo. Eres parte fundamental de esa vasta red Universal, aquí-ahora.
Practicar zazen para mejorar nuestra salud, para armonizarnos, para estar en equilibrio está muy bien. Pero nuestra práctica de zazen ha de ir más allá.
Como decía el Maestro Sawaki: “Zazen es la estación adulta de nuestra vida”. Y porque es la estación adulta de nuestra vida, tenemos la responsabilidad de mantener vivo ese pequeño puntito que ahora está aquí, respirando. Porque tu respiración, tu parpadeo, tu palpitar influye a todo el Universo, a todo lo que te rodea y se extiende más allá.
De modo que tu práctica es una práctica universal. Es una práctica que ha de practicarse con tus huesos, con tu corazón, con tu médula. Pero que al mismo tiempo te trasciende y va más allá.
Es por eso que el Maestro Roshi Sama insiste cada vez: “Always toghether”. Juntos, siempre juntos, juntos con todos los seres.
Él no nos está diciendo que vayamos en dulce montón, puesto que cada punto es único. Pero al estar íntimamente relacionados con los otros, hemos de ir juntos, cada cual haciendo su propia Vida.
Hay unos versos de Antonio Porchia que dicen:
“Situado en alguna nebulosa lejana, hago lo que hago,
para que el universal equilibrio del que formo parte
no pierda el equilibrio”
Si tú pierdes el equilibrio, si te tuerces o te dejas torcer, todo se desequilibra y se tuerce. La red se desbarata. Por eso es que se insiste, estés donde estés, siéntate. Reúnete con la Sangha, no te sientes solo, siéntate con la Sangha. Porque la Sangha es una muestra de esta red, una red vacía. Y porque está vacía esta viva. Y porque está viva y vacía tiene la posibilidad de contener, de recibir y de ofrecer.
Teisho 3
Porque no hay palabras crees que no hay enseñanza.
Sin embargo la enseñanza está más allá de las palabras y se transmite silenciosamente de espíritu a espíritu.
Porque no hay palabras, piensas que algo te falta. Y sin embargo todo está aquí, y no hay nada que te falte.
No hay nada que te falte porque las palabras no son las cosas, no son los hechos. Un hecho, una acción, valen más que mil palabras.
¿Qué dice la tierra, qué dice el árbol, qué dice el sol? Nada.
Y sin embargo, cuando los vemos, comprendemos inmediatamente que hoy es un buen día.
Cuando podemos ir más allá de las palabras, nos encontramos con el silencio. Si podemos hacernos íntimos con ese silencio y permanecer completamente quietos, nace la receptividad.
Y, entonces, en esa receptividad podemos comprender, aprender. Porque allí donde terminan las palabras comienza la verdadera sabiduría. Nace la intuición. Siempre ha estado ahí, pero las palabras no lo dejaban ver.
Cuando éramos niños, en el verano, solíamos ir a la playa. Y a veces, en un cielo despejado, aparecía un pequeño avión de hélices dando vueltas y vueltas sobre nosotros y con un humito blanco iba dibujando las letras de alguna propaganda: “Coma en la cantina don Chicho”
Cuando el avión terminaba de escribir, las primeras letras comenzaban a esfumarse. Las palabras se iban borrando, diluyendo, y volvíamos a ver el cielo magnífico.
Las palabras son necesarias, son buenas, útiles. Pero solemos quedar muy apegados a ellas.
Te interesa alguna cosa: la buscas, la encuentras, la atrapas, la retienes… ¡la logras!
Y te preguntas: “¿Ahora, qué?” “¿Cómo sigue todo esto?”
El árbol crece, desarrolla sus hojas, sus flores, sus frutos. ¿Tú crees que él se pregunta “¿Y ahora qué?”
Él simplemente está viviendo el instante, está haciendo su vida, y no busca ser ninguna otra cosa.
El Buda sentado, silencioso, con una flor entre sus manos, Mahakasyapa sonriendo: La transmisión silenciosa.
Si no puedes comprender el mensaje de esa flor, cientos de explicaciones no te servirán de nada. Terminarás enrollado, enredado en un mundo de ideas y conceptos.
La transmisión silenciosa.
En el silencio encuentras la sabiduría de siglos, la enseñanza de todos los Budas y Maestros de la Transmisión. De todos los sabios y maestros que en el mundo han sido.
En el silencio encuentras la enseñanza de la Naturaleza, la sabiduría de todo el Universo.
No confíes en las palabras, no confíes en tus ideas ni en las ideas de los otros. Sus ideas cambian, igual que las tuyas.
Confía en ti.
Quédate un instante quieto, silencioso y vuélvete completamente receptivo, como un cuenco vacío, como una red vacía.
Quédate aquí, un instante: Escucha, observa.