Sesshin Abril 2010 - Las piedras del camino son el camino

 

  
 


Sesshin

Abril 2010
Santo Domingo  - CHILE

 

Teisho 1 

No dejes caer la cabeza. 

Cuando dejas caer la cabeza se acumulan muchos pensamientos y la espalda tiende a encorvarse. En esta postura, la respiración se hace difícil y aparecen sentimientos de apatía, pesadumbre y tristeza.

Estira bien la columna. Empuja la tierra con las rodillas. Así es fácil recoger el mentón, soltar los hombros. De ese modo la respiración se normaliza. Cuando alcanzas la tensión justa en el cuerpo, la mente se despeja.

En realidad, nada especial. No hacemos nada especial. Sólo retornamos a la condición normal del cuerpo y de la mente.

 

 

 

 

A veces la gente me pregunta:                     
- ¿Estuviste de viaje?  ¿Dónde fuiste? 
- A Chile. 
- ¿Fuiste a trabajar? 
- No, fui de vacaciones.

Entonces se ríen. Piensan que les estoy haciendo una broma. Pero en rigor de verdad, reunirnos 4 o 5 días para practicar una Sesshin, es tomar vacaciones. Tomar vacaciones de nuestro ego.

Él es un  pesado, siempre quiere más, más y más. Se preocupa si algo es menos. Sufre, suda, trepa, tiembla… va, viene… siempre está inquieto, siempre está ansioso.

Practicar una Sesshin es tomar vacaciones de nuestro ego.

  

 

Teisho 2

Esta mañana, antes del amanecer, cuando estábamos aquí en penumbras, hacía frío. Ahora el sol está bien alto y calienta.

Así es la marcha del mundo: todo cambia y nada se demora ni se detiene.

No te detengas tú tampoco. Déjate fluir como fluye la respiración, como la sangre fluye en tus venas, como fluye ahora la postura, la mente.

No interfieras. Tómate vacaciones.

Simplemente entrégate a este devenir. A este constante devenir, sin prisa, sin pausa, sin demora.

  



Teisho 3

Tarde, en la noche, un hombre regresaba a su casa. Cuando al dar la vuelta de la esquina, se encontró con su vecino, el  Mulá  Nasrudín, que parecía estar buscando algo bajo la luz de un farol. 
-    Nasrudín, ¿Se te ha perdido alguna cosa? 
-    Oh, si, estoy buscando mis llaves. 
-    Déjame que te ayude.

Y juntos se pusieron a buscar por toda el área. Buscaron y buscaron un buen rato. Y por más que buscaron y rebuscaron, las llaves no aparecían.

-   ¿Pero, dime una cosa, Nasrudín, dónde exactamente      se te cayeron las llaves? 
-   Ah, las llaves, sí… allá, en la puerta de mi casa. 
-    ¿Y por qué las estamos buscando aquí? 
-    Y… porque aquí hay más luz.

Esta es una historia que seguramente muchos de ustedes conocen. Ilustra muy bien el sufrimiento de los hombres.

 

 

 

 


Siempre buscando alguna cosa, pero siempre haciéndolo en el lugar equivocado. Buscando seguridad... buscando protección en las personas, en los bienes. Y, lógicamente, no pueden encontrarla porque están tratando de apoyarse en aquello que no puede sostenerlos.

Hay mucha gente que después de determinada edad, comienzan a interesarse por la vida espiritual.

Y entonces procuran encontrar el espíritu de la misma forma en que procuraron encontrar el resto de sus cosas.

De ese modo siguen sufriendo. Porque la luz de un farol, la luz de una lámpara puede aumentar o disminuir, encenderse o apagarse.

La verdadera luz está en nosotros. En nuestro interior. Y no es necesario ir a ninguna parte para buscarla. Es suficiente con quedarse quieto y silencioso.

  

Esa es la gran enseñanza de los maestros que nos transmitieron Zazen

Zazen es esa posibilidad de quedarnos quietos y silenciosos y, de este modo, alcanzar la verdad, hacer contacto con nuestra luz interior.

La luz de la vida está siempre ahí, no aumenta ni disminuye, pero no se la puede buscar en ninguna parte ni se la puede obtener de modo alguno.

Y cuando la tienes, no se la puedes prestar a nadie.

Precisamente surge en nosotros cuando dejamos de buscar. Siempre estuvo ahí, siempre ha estado y estará  ahí. Pero para poder encontrarla hay que dejar de buscar, dejar de moverse, de perseguir o escapar.

Está en ti: te pertenece. Y lo que verdaderamente te pertenece no puede perderse.

Obviamente, queda oculta cuando intentas hacer algo para encontrarla. Y, en ese deseo de encontrarla, vas a buscarla en donde crees que hay más luz. Tratas de apoyarte en determinadas personas, en determinados libros o en determinados valores monetarios. 

  

Lo que es tuyo no puede perderse.

Al monje Ryokan le habían dicho que encontrar dinero en el camino daba mucha alegría. Una tarde, cuando volvía de su ronda de mendicidad, recordó estas palabras. Entonces metió la mano en su bolso y encontró unas monedas. Se dijo: “A ver, hagamos la prueba”. Y arrojó las monedas al aire, al camino. 

Las fue recogiendo una a una, y cuando terminó…”Bahh, la verdad es que no siento ninguna alegría especial”

Las tiró nuevamente al aire y las volvió a recoger. Pero no sentía nada especial.

Y así intentando e intentando, las tiraba cada vez más lejos. Pero una de esas tantas veces, al contarlas, se dio cuenta que le faltaba una. “Falta una, ¿dónde se habrá metido?” Se puso a buscarla por todas partes, a cuatro patas, buscando, buscando, buscando… hasta que al fin la encontró. “¡Ah! Aquí está. ¡Qué alegría, qué alegría! Ahora me doy cuenta, encontrar dinero en el camino da mucha alegría “.

Lo que es tuyo no puede perderse. Y encontrarse con aquello que en verdad te pertenece da mucha alegría.

Es por eso que cuando en una Sesshin tocas el bordecito de tu sí mismo, aunque sea mínimamente, tu rostro resplandece, la vida vuelve a brillar. ¡Qué alegría!

  

Eso siempre estuvo ahí. Pero estuviste buscando en lugares equivocados. Preocupándote por cosas que en verdad no tenían tanta importancia.

Todo tu gran quehacer estaba entorpeciendo esa posibilidad de encontrar: “¡Ah! Ahí está... ¡Qué alegría!”

El común de las personas suele pensar que la luz, la libertad, la verdad, está fuera de uno, en alguna otra parte. Que debe ser algo extraordinario.

Busca lo extraordinario en lo extraordinario con la idea de lo extraordinario.

Está buscando en el lugar equivocado.

Lo verdaderamente extraordinario está en lo cotidiano.

Está aquí ahora en esta Sesshin. Es descubrir la punta del ovillo, la monedita que te faltaba. Ya la tienes: “Aquí está… qué alegría…”

En este instante cotidiano está lo extraordinario: no lo busques en otra parte. Es más: ¡Deja de buscar!

Ya estás aquí, y si ya estás aquí... ¡Quédate aquí!

Aquí está la llave que abre todas tus puertas.

Cuando dejas de buscar y renuncias completamente, cuando te entregas a este instante, entonces la verdadera luz aparece.

Y es extraordinaria, precisamente, porque no tiene nada de extraordinaria.

Lo ordinario iluminado deviene extraordinario.

Está en ti sin principio ni fin. 
Suéltalo todo, quédate aquí. 
Deja pasar los pensamientos como dejas pasar la respiración.

 

 

 

 



Talvez, cuando viniste a esta Sesshin, viniste a buscar algo extraordinario y especial. Pero… aquí no hay nada especial. Simplemente sentarse un rato, encontrarse con  algunos amigos, comer, dormir, trabajar un poco. Pis, caca... nada extraordinario. Y sin embargo deviene extraordinario cuando sueltas.”¡Ah! Ahí está, qué alegría, qué alegría” 

Suéltalo, déjalo ir, no interfieras.

No interfieras. Todo lo que necesitas está aquí, ahora.

En la medida en que sueltas, en la medida en que te entregas a este instante, eso que está en ti -que ya es tuyo- aparece. Nada especial.

Precisamente, lo que vuelve trascendental a este instante ordinario, es ese soltar. ¡Suéltalo!

Una respiración, un instante. En un instante tu vida cambia. En un instante todos los velos del ego se esfuman. Y lo que estuviste buscando por años erróneamente -en lugares donde no podías encontrarlo- ahora que has dejado de buscar… Ah, aquí está….Aquí está. ¡Qué alegría!

Una respiración, un instante, una vida completa, ahora.

¡Aquí está!

  
Teisho 4

Anoche, el cielo estaba limpio, cargado de estrellas. El fuego ardiendo y brillando, con la gente alrededor. Esta madrugada la brisa era fría y la luna lo iluminaba todo.

Esto es así, viene ocurriendo por siglos. Y todos nuestros adelantos tecnológicos no pueden con ello.

Los hombres deberían hacer Sampai frente a esto. Sin embargo ellos creen que Internet es lo más importante. Que hacer negociados  en la bolsa de valores es lo más importante del mundo.

Han perdido contacto con su raíz esencial.

Y cuando se pierde el contacto con la naturaleza no se puede hacer otra cosa más que sufrir.

Corren y corren incansablemente detrás de los fenómenos para continuar con el sufrimiento.

Un limonero, un liquidámbar, una araucaria, un eucalíptus, un manzano, son todos árboles diferentes. Pero todos hunden sus raíces en la misma tierra.

Tú y yo somos diferentes, pero nos sentamos y nos movemos sobre la misma tierra.

“La misma noche que hace blanquear los mismos árboles, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”

Estos versos los escribió Pablo Neruda el siglo pasado, pero podrían haber sido escritos ayer o en el siglo XIII. Porque los poetas tienen siempre una clara visión que los mantiene en contacto con la realidad.

“Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”, la impermanencia de todos los fenómenos. De instante en instante todo cambia.

Y a veces la tierra se sacude y tiembla. ¿Por qué no habría de hacerlo? Sus tiempos no son los tiempos del hombre, con sus ideas e ilusiones. Y cuando la tierra se sacude, uno comprende que no hay mucho que se pueda hacer.

En rigor de verdad no hay dónde ir, no hay dónde escapar ni de quien escapar.

Pero los hombres necios insisten en revisar su tecnología, se echan culpas... “Que no se avisó con tiempo, que no se cuidó,  que hay que mejorar los programas antisísmicos”... y así.

Cuando la tierra se sacude, muchos edificios se derrumban. Y al mismo tiempo, se derrumban también buena parte de nuestras estructuras personales.

Seguramente es doloroso. Todo derrumbe, toda pérdida es dolorosa. Pero también implica una enseñanza.

Es por eso que el Maestro Dogen, en su lucidez, dijo:“No pierdas tu tiempo, y abócate a la Vía”.

No tienes donde ir. Estás vivo y, como estás vivo, te estás muriendo. No es necesario esperar a que venga un terremoto y un tsunami para comprenderlo.

La muerte puede ocurrir en cualquier instante, por cualquier motivo.

Cuando la tierra tiembla, tú tiemblas con ella, es natural. Pero es por eso que no debes perder tu tiempo y abocarte sin demora a la Vía.

Si en rigor de verdad no hay donde ir, si no hay mucho que uno pueda hacer, entonces si estás aquí, quédate aquí, no pierdas tu tiempo.

Deja de correr detrás de los fenómenos porque eso es insatisfacción asegurada.

Así como estás, estás muy bien.

Si puedes mantener, a través de una práctica regular de zazen, el contacto con tu sí mismo, con tu verdadera naturaleza, estarás en contacto con la Naturaleza, con todos los seres, con la vida.

Y si puedes disfrutas de este instante, entonces este instante ilumina toda tu vida. Tu vida futura y tu vida pasada.

Es posible que tengas malestar en la espalda ahora o que te duelan las rodillas. ¿Por qué no deberían dolerte? Relájate. Si no tuvieras más remedio que estar sentado en un asiento de clavos tendrías que relajarte.

Y entonces…¡Uop!… ¡Satori!

Eso es lo que se llama ser atravesado por las circunstancias.

Deja que las circunstancias te atraviesen. Fluye con la respiración, fluye con el aire que entra por la ventana, fluye con la Vida. Ahora el sol está pleno y caliente, disfrútalo.

Del mismo modo que el ciprés es diferente del laurel, tú y yo somos distintos. Sin embargo no estamos separados. Entre tú y yo hay un aire que nos separa. Pero esta separación es también lo que nos une. Juntos compartimos este aire, esta tierra, este instante.

  

Mirar en la propia naturaleza no significa mirarse el ombligo, significa comprender que no estás solo y que, al mismo tiempo, aquello que los Maestros llamaron “vacío”, está completamente lleno.

Cada uno es diferente, pero no estamos separados.

Cuida bien de este instante y no pierdas tu tiempo. De instante en instante la vida está cambiando... y va muy rápido. Recuerda la impermanencia. Aprovecha esta oportunidad para renovarte, para ponerte “a nuevo”, para nacer aquí-ahora.

Esta es la enseñanza de los Maestros. La misma noche de siempre, pero nosotros –los de entonces- ya no somos los mismos. De instante en instante.

Todo va muy rápido y la vida cambia constantemente. Vivimos hoy en un mundo donde las comunicaciones son importantes. Gracias a la medicina y el confort moderno, la vida se ha hecho más larga. Al mismo también han aparecido todo tipo de problemas sicológicos.

Es importante no perder el contacto con la Naturaleza, con tu sí mismo. Que no está separado de aquel que esta a tu derecha, detrás o adelante.

Continúa  haciendo tu vida de todos los días, pero no descuides Zazen, porque Zazen te posibilita este contacto con la Naturaleza, este verdadero contacto con aquello que no se puede copiar, imitar y que no se puede comprar en ninguna parte.

El Maestro Dogen escribió:
“Un cielo puro, una luna clara, 
no se lo puede ni pintar, ni imitar”

Esa es tu verdadera naturaleza, no se la puede pintar ni imitar. Tú eres único, única.

No desperdicies tu vida. Deja de correr detrás de los fenómenos.

Deja de balancearte entre la ilusión y la desilusión, deja de escapar o perseguir. Simplemente quédate aquí, en donde estás ahora, vive completamente este instante.

No te escapes.

No pierdas tu tiempo y abócate a la Vía.


Teisho 5

¿Cuánto dura un terremoto? 
Un  terremoto dura un instante. Pero si estás ahí, ese instante puede parecerte una eternidad.

En ese instante-eternidad todo se derrumba, y ya nada vuelve a ser como antes.

Después viene la reconstrucción, la evaluación. Algunas cosas están bien y pueden conservarse. Otras han quedado abolladas o retorcidas, pero pueden repararse o reciclarse. Otras, en cambio, están muertas, perdidas para siempre. Y no me refiero sólo a cosas materiales, me refiero también a relaciones.

En un instante todo se derrumba y ya nada vuelve a ser como era antes.Y entonces, esto es una oportunidad.

Porque nacer es un instante, morir es un instante, y nuestra vida sólo es un instante.

Pero durante nuestra vida no siempre tenemos semejantes oportunidades. Nuestra vida está hecha de lágrimas y sonrisas, de trabajo, alegrías, ilusiones y desilusiones.

De vez en cuando tenemos problemas, pequeños conflictos y situaciones que no pueden resolverse.

¿Por qué no tendríamos que tenerlas?

Algunos dicen: “Pero, caramba, yo soy un practicante de la Vía, vengo practicando hace tantos años, y he caído en este infierno”.

Y ¿por qué no habríamos de caer?

Ni siquiera la Vía es un blando colchón que nos protege de los golpes. Nuestra existencia no es, como le gustaría a nuestra mente, una amplia carretera bien señalizada, con paraderos cada tanto, con bombas de gasolina cada tanto, con los peajes…

Nuestra vida a veces va dando vueltas, torciéndose, chocando.

Pero si practicamos la Vía, entonces ante esos choques, ante esas caídas y tropezones podemos comprender que, en principio, nada dura porque todo es impermanente. Si lo comprendemos cabalmente, podremos aceptar las cosas como son.

Y si conocemos el caminito a Zazen, si hemos hecho de Zazen el centro de nuestra vida, entonces en algún momento, más tarde o más temprano, podemos regresar, retornar al verdadero hogar.

Cada tropezón, cada crisis, cada situación difícil es una oportunidad.

Hay un poema de Ryokan que me gusta mucho, dice:

Cómo el pequeño arroyo 
haciendo su camino entre grietas musgosas, 
también yo 
silenciosamente 
me vuelvo claro y transparente”

 

 

 

 

 

 

 



Las piedras del camino son el camino. ¿Por qué no habríamos de tropezar con alguna de ella? 

A veces somos tan cabeza-duras que tropezamos una, dos y tres veces con la misma piedra. Es que somos medio cascotes y nos cuesta aprender. Pero la vida es una buena maestra y está haciendo ese tipo de cosas para ver si lo aprendemos de una buena vez.

Si no somos demasiado tontos, a partir de esa caída, retornaremos rápidamente a Zazen, a nuestro verdadero hogar.

Como el pequeño arroyo haciendo su camino entre piedras musgosas, también yo, silenciosamente, me vuelvo claro y transparente.

Las virtudes de Zazen no pueden ser expresadas por las palabras, están más allá de las palabras. 

Silenciosamente, hacemos Sampai delante de los maestros que nos transmitieron esta maravillosa práctica. Porque es a través de esta práctica que nos volvemos, natural y automáticamente, claros y transparentes.

No te preocupes por las caídas.

No te demores demasiado en lamentarte y en justificarlas.

En cuanto puedas retorna al hogar y siéntate ahí, en medio de la Sangha.

Todos juntos. Cada uno haciendo su propio camino, pero juntos. Porque no hay modo de hacer el camino de otro, ni pedírselo prestado, ni que alguien te lo robe.

Cada uno ha de hacer su camino paso a paso, con sus propios pies, con su propio cuerpo, en medio de sus propias circunstancias.

Nacer, un instante. 
Morir, un instante. 
Toda nuestra vida es un instante.

Si puedes comprender aquí-ahora con tu vientre, con tus entrañas, con tu médula... tu vida se transforma.

Y así, natural y automáticamente,  vas volviéndote claro y transparente.

 


Teisho 6

En tu mente sientes que la Sesshin está terminando. Entonces se pone algo inquieta e inquieta al cuerpo. Y el cuerpo quiere moverse.

La inquieta mente está pensando qué va a hacer luego. De ese modo pierdes éste instante. Y si pierdes este instante, pierdes todo lo que has hecho en tu vida.

 No te corras de este instante, quédate aquí. Si estás aquí, quédate aquí.

Es muy importante mantener una firme determinación.  Esto es válido para cualquier cosa que uno haga: llegar hasta el fin.

En realidad, es vital. 
Las cosas que quedan a mitad de camino siempre producen algún tipo de ruido. Cuando llegan hasta el fin y se completan, nada. Abren la posibilidad para comenzar algo nuevo.

Si permites que tu mente continúe inquieta, el cuerpo se inquieta, la respiración se agita y es poco profunda. Si ahora puedes soltar las tensiones innecesarias, podrás ir hasta el fin en cada respiración y así, de instante en instante, la vida se renueva. Exhalas hasta el fin. Y el fin es el comienzo.

No descuides este último paso, este último instante.Mantén firme la postura.

Deja pasar los pensamientos. Sólo observa el fluir de la respiración y acompaña la salida del aire hasta el final. Entonces la inspiración llega sola.

Una sola respiración es suficiente. 
Aquí, completamente aquí, cuerpo y espíritu aquí, fundido completamente con todo el Universo.

Aquí 
Un instante. 
Una respiración.